21 noviembre 2010

Historia de Cafh - Parte1

¿Cuál fue el origen de Cafh y cuáles sus raíces históricas?
Si buscáramos los antecedentes más antiguos de Cafh tendríamos que rastrear en la sabiduría egipcia, en la influencia de esa sabiduría sobre las escuelas iniciáticas y filosóficas griegas, en la inserción de ese saber en la cultura judeo-cristiana y en la labor de las Órdenes Secretas o Esotéricas, especialmente de las Órdenes que fundaron los caballeros cristianos en tiempos de las primeras cruzadas, cuando tomaron contacto con los sabios de oriente. A lo largo de siglos, estas Órdenes conservaron y transmitieron, dentro del contexto del  pensamiento occidental, lo fundamental del conocimiento de los antiguos y lo revelado a seres con gran desenvolvimiento espiritual.

La finalidad de las Órdenes era estimular el desenvolvimiento espiritual de sus miembros en particular e impulsar el adelanto humano en general. En el siglo XVIII, antes de la revolución francesa, estas Órdenes se dividieron entre las partidarias de la monarquía y las que  favorecían las ideas liberales. Las primeras eran cerradas, herméticas. Las segundas promovieron cambios sociales, políticos e ideológicos; en buena medida forjaron las sociedades de la actualidad.

Por otra parte, hubo dentro de las Órdenes grupos que centraron su trabajo en el desenvolvimiento espiritual del individuo. El número de sus miembros era reducido; la relación entre instructores y discípulos era directa, personal, y trabajaban en forma ignorada por el medio.

Los antecedentes más cercanos de Cafh se remontan a estos grupos de labor espiritual, cuya enseñanza estaba influida principalmente por la ascética-mística cristiana.
La historia de Cafh, tal cual la conocemos hoy, comienza cuando Santiago Bovisio – Don Santiago—, emigrante italiano, llega a Argentina y comienza su labor espiritual infatigable.

Don Santiago nació en Bérgamo, Italia, el 29 de septiembre de 1903. Cursó estudios formales en escuelas en Vigévano y estudios religiosos en la congregación pasionista de Cameri, provincia de Novara, a unos 94 kilómetros de Turín. Don Santiago perteneció, en Venecia, a una Orden Esotérica, a la cual él llamaba La Orden, cuyos miembros, según narraba, desaparecieron casi en su totalidad durante la devastación de la segunda guerra mundial. En esa Orden efectuó estudios sobre ascética-mística. Al terminarlos, se encaminó a América con el propósito de realizar una obra espiritual. Llegó a Buenos Aires en enero de 1926.

En Buenos Aires Don Santiago se casó y formó una familia con Amelia Taccagni, quien lo acompañó a lo largo de su vida. Durante sus primeros 10 años en Argentina, Don Santiago trabajó para difundir su visión de la vida espiritual. Dio conferencias, escribió en publicaciones y organizó actividades para el adelanto humano; ya para 1937 había conocido a personas dispuestas a acompañarlo en la obra espiritual que anhelaba brindar a la sociedad. Con ellas formó el primer grupo de Cafh.

La palabra Cafh tiene raíces antiguas y varios significados; por ejemplo, es la undécima letra del alfabeto hebreo. También figura en el Tarot como la carta La Fuerza, simbolizada en la figura de una mujer que sostiene las fauces de un león. Para los miembros de Cafh, la palabra Cafh simboliza el esfuerzo del alma para alcanzar la unión con Dios. Al mismo tiempo representa la presencia de lo divino en cada alma.
En la historia de Cafh, desde 1937 a 2005, se pueden distinguir varias etapas.

Primera Etapa
La primera etapa va desde su fundación, el 3 marzo de 1937, hasta mayo de 1949. Durante este tiempo Cafh se rigió por un reglamento provisional preparado sobre la idea de que Cafh contaría con un número reducido de miembros. El hito más importante de esta etapa es la elección de Don Santiago para dirigir a Cafh, el 28 de octubre de 1945. Durante esa etapa los miembros de Cafh trabajaron con el criterio de efectuar una labor espiritual individual, interior, y de permanecer ignorados por la sociedad, un criterio similar al de la Orden europea, de la cual procedía Don Santiago.

La enseñanza de Cafh, transmitida por Don Santiago, daba su visión del desenvolvimiento espiritual, el devenir humano, las grandes religiones, la ascética mística cristiana, además de las enseñanzas tradicionales de las escuelas esotéricas acerca del mundo astral y del mental. La ascética mística se basaba en la oración, la meditación, el autodominio y la práctica de acciones rectas.

Segunda Etapa
La segunda etapa va desde 1949 hasta el fallecimiento de Don Santiago en 1962, a raíz de un accidente automovilístico. En esta etapa podemos distinguir dos períodos. El primer período abarca desde junio de 1949 hasta 1955. En junio de 1949 los miembros de Cafh comenzamos a regirnos por un Reglamento permanente. Este Reglamento establece tres categorías de miembros para responder a las características de las personas, a la manera en que quieren orientar sus vidas y al compromiso que desean tener con la obra de Cafh de acuerdo con sus votos. Estas categorías son las de Ordenados, de Solitarios y de Patrocinados. Con la adopción del Reglamento de 1949 y la creación de las categorías, Cafh dejó de ser una Orden Secreta. Las casas de comunidad y de retiro, y la creación de instituciones y de obras patrocinadas por Cafh, hicieron explícita su existencia. Además, Don Santiago exhortaba a transmitir a la sociedad las ideas de Cafh y a admitir a Cafh a todo aquél que deseara su desenvolvimiento espiritual.

La primera Tabla de Ordenados fue de miembros mujeres que viven en comunidad. Se fundó en Embalse, Argentina, el 6 de noviembre de 1949. Esta comunidad fundó un colegio y atendió retiros para la categoría de Solitarios. El 13 de junio de 1953 se fundó en La Plata, Argentina, la primera Tabla de Ordenados varones que viven en comunidad. Tres años después, en 1955, ya había en Argentina 39 Ordenados y 17 Tablas entre las de Solitarios y las de Patrocinados.

Respecto de la enseñanza, Cafh conservó el legado de las Órdenes Esotéricas europeas en algunas de sus ideas, en su simbología y en su ceremonial; también conservó nomenclaturas tradicionales de las Órdenes de Caballería cristianas. A las enseñanzas del período anterior –1937-1949— Don Santiago añadió enseñanzas sobre teología, filosofía, historia humana y, especialmente, presentó la idea de la renuncia como sustrato de la enseñanza de Cafh.

Además, en el curso El Buen Camino dio, con términos simples y claros, un enfoque práctico del desenvolvimiento espiritual y de la ascética-mística.

Desde el punto de vista espiritual, a este período lo podemos llamar de recogimiento. Fue un tiempo dedicado a la vida interior, a la meditación y a la oración para provecho nuestro y para bien del mundo. Los miembros de Cafh contribuían al bien común tomando distancia respecto de las vicisitudes cotidianas para lograr serenidad y discernimiento, y así colaborar con provecho en una labor necesaria en el medio en que nos movíamos.

El segundo período va desde 1955 hasta 1962.Don Santiago brindó la enseñanza a través de sus escritos en general y, particularmente, a través de sus Mensajes Anuales y de su ejemplo de vida.

Si bien Don Santiago fundó Cafh inspirado en la tradición de las Órdenes europeas, desde el primer momento manifestó –y lo escribió en 1937, en el curso Desenvolvimiento Espiritual— que se entraba en una época nueva, que iban a ocurrir grandes cambios en la sociedad, que se descubrirían posibilidades insospechadas hasta ese momento e instaba a mirar hacia adelante. Sobre esta visión y la labor interior ya realizada por los miembros de Cafh, el Mensaje de 1956 orientó el camino místico, de introspección y oración, hacia un enfoque más amplio, que abarque la sociedad y la condición humana: instó a participar. Enseñó que la participación con las almas –con todas las almas— es la esencia del amor. El Mensaje de 1957 exhortó a realizar y a transmitir la idea de la renuncia e hizo más explícito el significado de la participación al explicar sus dos sentidos: por un lado, participar compartiendo con los demás la riqueza espiritual que descubrimos a través de nuestra comprensión y nuestras experiencias y, por otro, participar aprendiendo lo bueno y aplicable que encontremos en las nuevas ideas y los descubrimientos que aparecen en la sociedad.

El Mensaje de 1960 contextualizó la Mística del Corazón diciendo que había que apoyarla en un conocimiento riguroso, para evaluar con mayor claridad las experiencias interiores y nuestras creencias, ya que la evaluación que podemos hacer basándonos sólo en nuestras experiencias subjetivas tiende a juzgar más las impresiones que recibimos que los hechos tal como ocurren.

El Mensaje de 1961 aclara más este enfoque, instando a distinguir entre la fe y la comprensión de qué es lo cierto, a no confundir la verdad con experiencias místicas subjetivas ni con teorías sobre la vida sobrenatural. De esta manera, impulsa a aplicar el método científico, especialmente el concepto de verificación, a la vida espiritual.

En relación con la enseñanza, Don Santiago pensaba que ya no había esoterismo conocimiento accesible sólo a escogidos o iniciados), que lo que se consideraba saber esotérico ya se había divulgado y estaba al alcance de todos. Decía también que las que se denominaban enseñanzas esotéricas debían responder al rigor científico, que las que no podían probarse tenían que tomarse sólo como teorías posibles pero no definitivas. Enseñó, además, que el avance en el conocimiento científico no sólo no se opone a las ideas religiosas y espirituales, sino que las amplía y fundamenta. Por esa razón, si bien enseñó lo que sabía y lo que percibía por sus dotes intuitivas y psíquicas, advirtió que, de lo que él transmitía, sólo se tomara como cierto lo que fuera evidente o verificable para cada uno.

Para Don Santiago la fe no consistía en aseverar que esta o aquella creencia es cierta, sino en la certeza profunda de que uno, como ser humano, tiene en sí mismo la capacidad de realizar innumerables posibilidades y de responder a las preguntas fundamentales de la vida. Éste es el espíritu de las enseñanzas de Cafh: se ofrecen como material de trabajo, no como artículo de fe.

Don Santiago explicaba que Cafh es una idea y una obra abiertas y adecuadas a los nuevos tiempos que él anticipaba, en los que el conocimiento sería accesible a cualquier persona en forma irrestricta.

Durante este período el número de miembros de Cafh continuó aumentando. En 1962 había 66 Ordenados y, entre Tablas de Solitarios y de Patrocinados, había 32 Tablas en Argentina, cinco Tablas en Brasil, una Tabla en Chile y una Tabla en Venezuela.

                                                                              Texto tomado del Curso "La Obra de Cafh"
 .............  Continua (Parte 2).

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Vivir Consientemente - Jorge Waxemberg